"Vete a hablar con la puerta"
Tengo que diseñar una guardería para niños de 0 a 3 años para una asignatura, y una escuela infantil para los de 3 a 6 en otra.
Nos dice el profesor que ha propuesto la guardería que seguro que recordamos cosas de cuando éramos pequeños y empezamos a ir al cole.
En mi caso eso no pasó hasta los 4 años, ya que como vivía en el campo, mis padres no necesitaron buscarme una guardería para poder ir a trabajar, para eso estaba mi bisabuela y mi abuela.
Lo que más recuerdo de aquellos dos años de "parvulitos" es la sensación de haberme pasado la mitad de aquel tiempo de cara a una puerta que solo se abría en primavera, castigada por hablar demasiado, no por no trabajar, sino por entretener a mis compañeros una vez había acabado mi ficha, dibujo o actividad por el estilo.
Recuerdo la vez que la profe, una señora bastante mayor y un poco de la vieja escuela, me castigó como casi siempre con un "Vete a hablar con la puerta", y yo, que ya estaba cansada de tamaña insensatez, decidí por primera vez, hacerle caso, y ni corta ni perezosa, para regocijo del resto de niños, empecé una animada charla con la puerta pintada de blanco.
El caso es que a doña Emilia no le hizo demasiada gracia, así que me castigó esta vez en el escalón que había a la entrada del colegio, para que meditase lo maleducada que había sido.
No creo que la buena señora hubiese meditado lo que hacía, ya que desde dentro del aula no había visibilidad del lugar donde yo estaba sentada, y aunque veía el portal de entrada y se habría dado cuenta de si entraba alguien o de si yo me iba, si me llega a pasar algo se le habría caído el pelo.
Y allí me tenéis a mí, que no creía tener nada que meditar porque al fin y al cabo solo había hecho lo que me habían mandado, sentada mirando el portal y pensando si largarme o no, cuando de repente me di cuenta de que mi madre me vendría a buscar y vería que estaba castigada, y estaba segura de que no entendería mi genial razonamiento.
Lo pasé fatal, rogando que el que viniese a buscarme fuese mi abuelo con su Vespino, y aunque seguí hablando en clase, hay cosas que no se pueden evitar, procuré no volver a pasarme de lista, aunque qué queréis que os diga, doña Emilia nunca volvió a castigar a nadie a hablar con la puerta...
Nos dice el profesor que ha propuesto la guardería que seguro que recordamos cosas de cuando éramos pequeños y empezamos a ir al cole.
En mi caso eso no pasó hasta los 4 años, ya que como vivía en el campo, mis padres no necesitaron buscarme una guardería para poder ir a trabajar, para eso estaba mi bisabuela y mi abuela.
Lo que más recuerdo de aquellos dos años de "parvulitos" es la sensación de haberme pasado la mitad de aquel tiempo de cara a una puerta que solo se abría en primavera, castigada por hablar demasiado, no por no trabajar, sino por entretener a mis compañeros una vez había acabado mi ficha, dibujo o actividad por el estilo.
Recuerdo la vez que la profe, una señora bastante mayor y un poco de la vieja escuela, me castigó como casi siempre con un "Vete a hablar con la puerta", y yo, que ya estaba cansada de tamaña insensatez, decidí por primera vez, hacerle caso, y ni corta ni perezosa, para regocijo del resto de niños, empecé una animada charla con la puerta pintada de blanco.
El caso es que a doña Emilia no le hizo demasiada gracia, así que me castigó esta vez en el escalón que había a la entrada del colegio, para que meditase lo maleducada que había sido.
No creo que la buena señora hubiese meditado lo que hacía, ya que desde dentro del aula no había visibilidad del lugar donde yo estaba sentada, y aunque veía el portal de entrada y se habría dado cuenta de si entraba alguien o de si yo me iba, si me llega a pasar algo se le habría caído el pelo.
Y allí me tenéis a mí, que no creía tener nada que meditar porque al fin y al cabo solo había hecho lo que me habían mandado, sentada mirando el portal y pensando si largarme o no, cuando de repente me di cuenta de que mi madre me vendría a buscar y vería que estaba castigada, y estaba segura de que no entendería mi genial razonamiento.
Lo pasé fatal, rogando que el que viniese a buscarme fuese mi abuelo con su Vespino, y aunque seguí hablando en clase, hay cosas que no se pueden evitar, procuré no volver a pasarme de lista, aunque qué queréis que os diga, doña Emilia nunca volvió a castigar a nadie a hablar con la puerta...
23 comentarios:
Pues ya sabes... en tu proyecto no puede faltar una puerta parlanchina.
Pues vaya con Doña Emilia, qué cruel. Eso de hablarle a la puerta tendría que haberle arrancado al menos una sonrisa...
Encima que acababas antes que nadie... te castigaba por ser demasiado eficiente.
Que malvada la Emilia, aunque al menos hiciste que el castigo de la puerta pasará a mejor vida...^^
La única experiencia traumática que recuerdo fue una vez que me obligaron a terminar una división en la pizarra y hasta que no lo hiciera ninguno salia...una putada bastante grande...
Un besote...
Me encanta la imagen de una enana de cuatro años hablando con una puerta. Genial :D Al menos acabaste con ese castigo, algo es algo.
Besos
Es lo que tiene ser niño, que todo te lo tomas al pie de la letra. Mira cómo Doña Emilia aprendió la lección mejor que tú y se le quitaron las ganas de hacer jueguecitos de palabras y metáforas con los niños.
Buen golpe!
jajaja me hiciste acordar al jardín de los 4 años (a mi mandaron a guarderías desde los 2 años, pero no porque mis viejos trabajaran, sino para sacarme de encima un rato) que en un ataque de no recuerdo qué, le saqué 2 dientes a un compañerito con una hamaca... pasé como una semana hablando con la puerta :P
sevemos
ahora lo que se lleva es la silla aburrida... algo así como "mira como te aburres por portarte mal mientras los demás nos divertimos"... mi chica es profesora de nenes de tres a cinco años... cada día es la monda... yo le digo que lo plasme todo en un libro, que daría mucho de si.... pero el cansancio acumulado le vence..
Bueno pues eso.. besines... ah!, los baños adaptados para tal efecto, ventanales grandes, salida directa al arenero, clases del mismo ciclo visibles a través de ventanas y amplitud, sobre todo amplitud.
UNCA MAIS
Castigado a hablar con la puerta....
Que recuerdos de mi cotidianidad infantil.
Pared, puertas y ventanas..., que grandes amigas!
que grande para ser tan chiquita!!!!
vesissss
Menuda parlanchina debías ser. Ahora se lleva lo del rincón de pensar para cuando hacen una trastada gorda (especialmente pegar a los demás).
Mis consejos para tu guardería: mucha ventana si puede ser a una altura que los niños puedan ver el exterior sin que vayan a matarse, baño incluído en la clase -aislado y con puerta con ventanilla para poder estar al loro-, aislamiento acústico, puertas que abran hacia afuera, protectores en la apertura de puertas, luces y enchufes fuera del alcance de los niños, muebles sin esquinas agudas, agua corriente, una fuente en el patio, zona de sombra, mejor con árboles, casitas para pájaros en el patio, trepaderas y otros elementos de madera para ejercicio físico, nada de bordillos agudos, nada de árboles que suelten demasiado polen aunque sí un frutal que pueda ser observado durante todas las estaciones. Si quieres más , me lo dices. Besicos.
Yo entré directamente en primero con 5 años y medio, lo de parvulitos me lo salté, pues tenía buenos profesores en casa y aún así era el alumno más destacado (qúe tiempos).
Castigar no me castigaron mucho, pero había una profesora a la que le debía encantar tirarme de las orejas. Nos dijo que la llamáramos Doña Florita y años después al ver el libro de escolaridad me enteré de que en realidad se llamaba Martina. Se debía avergonzar de su nombre la muy ...
Joer, qué puñetera. Encima de que te manda hablar con la puerta, va y te castiga. Como si una niña pequeña tuviera que entender sus sarcasmos...
Aunque yo tuve una experiencia más chunga: me subió la profe a un columpio del que no me podía bajar. Se olvidó de mí, y cuando vino mi abuela a recogerme por la tarde estaba inconsciente con una insolación de la leche. Así que ya sabes: en tu proyecto de guardería, columpios bajitos :-P
Un besito,
Miri
Pues yo fui testigo presencial de un "coge la puerta y vete" y sacó la puerta de los goznes y se la llevó.
No, no fui yo. En aquel entonces no podía yo con una puerta (y ahora sería cuestión de intentarlo).
A las puertas hay que saberlas escuchar, aunque lo triste es que poco caso les hacemos cuando chirrían desesperadas pidiendo que las engrasemos.
¿Qué quieres? ¿Qué quieres? ¿Grasa? ¡Noo! Todo no puede ser, puerta de madera con aleación de titanio.
Pues eso, que las puertas nos podrían contar infinidad de anécdotas: quien entra, quien sale y quien vuelve a entras...
Igual tenemos que instalar un pluggin muy concreto en nuestras humanas cabezaas para poder decodificar sus ruidos...
Que graciosa! La situacion, la profesora, y tu! jajaja
Cosas de la edad!
Yo cuando me di cuenta de que nos e debia pasar uno fue cuando le di con el tipet a una profesora de matemáticas en la cabeza! suena fatal, pero, juro que fue sin querer! Lo que mejor recuerdo, es que el tapón volo por un lado, y el retso del tipet por otro!
Que mal rato!
Un beso enorme "pequeñaja"! y seguro que tu diseño te sale mas que bien, siempre podras poner la pared forrada de puertas! ;-) Abra! (y nunca mejor dicho!)
Los techos eran demasiado altos. Las paredes desnudas provocaban una reverberación que hacía el ambiente poco acogedor. El alféizar de las ventanas impedía ver el exterior, pero la altura de sus dinteles dejaba entrar una luz muy agradable aunque las hacía incómodas de abrir. Era necesario subirse sobre los radiadores para ver el patio, y quemarse el culo o, como lo llamaba la maestra, el pompis. El encerado estaba demasiado lejos y reflejaba la luz de las ventanas. El mobiliario era antiergonómico de todo punto, muy pesado y muy ruidoso, salvo en las aulas en las que aún había pupitres de los antiguos, aquellos en los que el asiento y la mesa formaban un todo de dos plazas con hueco para el tintero y espacio bajo el tablero para guardar los libros. Y sobre todo los tubos de neón del techo daban una luz agotadoramente parpadeante, fría, sucia y agresiva. También es cierto que era la época en la que había cuarenta niños por aula y ser maestro era toda una militancia.
A ver cómo te va con ese proyecto. Tennos informados.
Quién mejor que tú para contar el punto de vista de un niño...
Sé alegre, sé espontánea, sé amable y encantadora, sé tú misma, y te saldrá una escuelita donde cualquier niño querría estar.
Vaya! no esperaba este aluvión de propuestas!!
Tomo nota, tomo nota!!!
Muchas gracias a todos!!
Yo odiaba..., ¡¡el comedoooorrrr!! Qué de horas espantosas sentada delante de platos con pinta de rancho carcelario. Y ese olor en el patio a la comida del día. De ahí me viene la fobia que les tengo a los huevos fritos, que nos los ponían con el arroz a la cubana y que parecían suelas de zapatos. ¡¡Puajjjj!!
Mi primer día de clase me dieron un cromo de los de jugar y yo tuve que buscar una carpeta, la mía, con un cromo como el mío, y mi percha, también señalada con el cromo en cuestión.
Después de eso todo fueron disgustos. ¡Qué asco el colegio, ché!
Qué tierno... A mí en primaria la profe me llamaba cínico e hipócrita, y las primeras veces, al no saber a qué se refería, le pregunté: qué es cínico, Carmen. Y ella, lógicamente: lo ves, como eres un cínico. xD.
Saludos!
joe..yo fui a la guarde desde lo 8 meses, por tener papis currantes..pero mi cerebro de pescadito, cual Dori, hace que no tenga recuerdos frescos, ni buenos ni malos, los tengo pero ya del cole, en parvulitos.
Y a pesar de q no me gusta generalizar digo, y con conocimiento de algun ejemplo, que hay "educadores" que dejan mucho, pero mucho que desear..asiq poco ha evolucionado el tema desde tu seño y su adorada puerta.Desgraciadamente. A un par de la Seta los ponia yo a dialogar,pero con al viga de la 2ª planta,grrrr ¬¬...
respecto al proyecto, shysh ya te enumeró la normativa (ese CTE de los cojon**s), asiq yo te recomiendo puertas con caritas dibujadas, que así por lo menos el dialogo niño-puerta será más gratificante...
como idea, una sala acolchada y de colores, para jugar descalzos y con la seguridad de no escojonciarse, rollo tatami :). Ala, mi aportacion sesuda y arquitectónica..jejej
ay..que felices éramos de peques!
No quisiera ser puntilloso pero aunque la sala acolchada es una idea genial, con la higiene que practican muchas famílias y el calzado de hoy, igual caían niños y maestr@ dormidos por el efecto del humillo de los pies. Ahí queda como advertencia.
Ah, Cara y nos gustaría ver el plantado, onvre lla.
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