Pues si habéis dicho el tío
grimoso del baño... lo siento, os habéis equivocado fue la primera y la última vez que tuvimos el dudoso placer de cruzarnos con él.
Era el tío del pasillo, sí aquella especie de dios romano.
Estoy completamente segura de que en aquel preciso momento, mi mandíbula se descolgó durante un par de segundos, maravillada ante el perfecto espécimen que estaba de pie, con unos vaqueros y camiseta negra, en el medio de la habitación.
Por lo visto iba a pasar un par de meses, para estudiar inglés, para lo cual necesitaba encontrar escuela, curro y piso, este último en un par de días, puesto que tenía que abandonar el albergue el mismo día que nosotros.
Arf! Y no os sigo hablando de él!
Decidimos aprovechar el resto de tarde visitando la
City, y luego dar un paseo por el
Támesis, luego habíamos quedado con mi prima, así que teníamos ya la noche ocupada.
Pillamos el Metro, llamado por los locales
Tube, y nos dirigimos a la parada de
Monument, allí F. consiguió por fin su café
extragrande Starbucks, también
extracaliente, por cierto... que se queme el primero que lo prueba, pase, pero que el segundo caiga también tiene delito (mea culpa...).
Allí volvimos a comprobar lo enormes que son los semáforos en Londres, y no pude evitar una foto, una pena que no se capte el
Look Left y
Look Right que te recuerda de que allí los coches vienen del lado contrario al que te esperas.
Luego tuvimos la oportunidad de ver en vivo y en directo varios edificios que habíamos estudiado en clase, como el
Lloyds Building, del arquitecto
Richard Rogers, o la Torre
Swiss Re, de
Foster, que
ejem, cada uno le busque su parecido razonable (en esta foto no se aprecia demasiado, pero para eso está San Google). Por cierto, si habéis visto la
peli de
Woody Allen Match Point, el
prota trabaja en este edificio.
Siempre que veo por primera vez un edificio que he tenido que chapar, siento una sensación muy extraña, la verdad.
Después de estos edificios empezamos a caminar un poco sin rumbo hasta el
Tower Bridge, aquí ya estaba
anocheciendo, con lo que empezamos a cruzarnos con un montón de gente con mucha prisa, y nosotros, por
supuesto, con muy poca.
Al principio nos parecía raro que tanto tío llevase una rosa, o un ramo, o un regalo en su apresurado caminar.
Hasta que caímos en la cuenta del día que era, San
Valentín amiguitos, sí señor, el Día de los Enamorados!!! Un día que se celebra por todo lo grande en la Gran Bretaña, un día de esos que más te vale tener el regalo si quieres postre, vaya.
Os puedo asegurar que nunca he visto tanta flor junta como aquel día, ni tanta cara de prisa en los tíos. Hasta empezamos a bromear sobre los pobres enamorados, sobre si llegarían a su destino a tiempo o si la chica harta de esperarle se habría buscado a otro.
Un paseo por el
Támesis de noche es espectacular, en serio, hacía un poco de frío y humedad pero valió la pena.
Vimos el nuevo
City Hall también de
Sir Norman Foster, y un extraño barco anclado en medio del río, que por las luces parecía más una discoteca que el orgullo de la Armada Inglesa, aunque... "
In the Navy... tarara rara rara
rá...
in the Navy..."
Siguiendo por el borde del río, pudimos ver la ciudad preparándose para la Noche del Amor, del amor capitalista, claro, y todos los restaurantes con sus
velitas más románticas y sus mesas para dos.
También nos encontramos con uno de los hoteles
Hilton de la ciudad, pensamos en echarle morro y presentarnos como amigos de
Paris, pero al final preferimos nuestro humilde albergue, para juntarnos un poco con la plebe.
Cruzamos un puente hacia la otra orilla, casi
nos perdimos por unas callejuelas hasta que vimos San Pablo de noche, con su cúpula iluminada y cruzamos otra vez el río esta vez por el
Millenium Bridge, ¿adivináis de quien?? pues sí, de
Foster, por cierto este puente tuvo que ser "reparado" porque se tambaleaba de una forma alarmante cuando hacía un poco de viento.
Ah! en el centro de los puentes hay unas chapas con unos
skylines de lo que se ve desde ellos donde ponen qué es cada cosa,
jejeje.
Nos pasamos por delante de la Tate
Modern, prometiendo volver con más calma, encontramos el
Shakespeare Theatre, y siguiendo en nuestro deambular llegamos al
National Theatre, volvimos a cruzar el río desde donde vimos la famosa noria
London Eye, y al fondo el Parlamento y el
Big Ben.
Luego nos adentramos en el bullicio hacia
Picadilly donde había un escocés tocando la gaita,
snif snif, morriña,
jaajaja, mucha luz, mucho color y muchas más rosas.
Comprobamos que las tías son capaces (me excluyo de esta generalización, y por lo visto a F. también) de pasar todo el frío del mundo con tal de ir
supermonas, y en una noche bastante fría vimos a valientes, por no llamarles de otra forma, en
vestiditos, muy monos eso sí, de asas, y con sandalias, muy monas también, pero sandalias al fin ya al cabo, caminando con un saludable tono azulado camino de la inevitable cena romántica para dos con
velitas "cuanto te quiero
churri".
Seguimos caminando, ya un poco cansados, para qué negarlo hasta
Trafalgar Square, donde nos quedamos un rato sentados a los pies de la
National Gallery. Por cierto, los leones de la plaza son enormes, a su lado, los del congreso español, son una birria, pudimos comprobar que eran más grandes que una furgoneta, ya que había una aparcada allí mismo, supongo que serían de reparación o limpieza o algo.
Después de un par de llamadas más, quedamos con mi prima cerca de nuestro albergue y nos llevaron a cenar a un restaurante de comida asiática que tenía muy buena pinta, y cuya comida a mi particularmente me gustó mucho.
Luego, como no, fuimos a un
pub a beber un par de pintas y darnos a una
charleta animada.
Ya más tarde, y ante el día de trabajo que les esperaba a nuestros anfitriones al
día siguiente, nos volvimos al albergue, despertando al pobre
Estefano, y nos fuimos a dormir.
Y fin, que para ser el primer día, cuatro capítulos no está nada mal.
Jejejeje. Próximamente más.