Día 2 en Londres. Vagabundeo.
A ver si consigo condensar cada día restante en una sola entrada para acabar en pocos capítulos, que esto ya es la repanocha...
La noche pasó bastante rápida, aunque me desperté varias veces, porque el albergue es de los que montan fiestas cada noche, y aunque sean en la planta baja, la gente borracha hace ruido por los pasillos (y recordemos que era la noche de San Valentín, jejeje).
Me desperté bastante temprano, y mentiría si dijese que desde mi litera (la de arriba, jejeje) no me deleité un par de minutos contemplando al italiano, en la litera de enfrente abajo, aisss era guapo hasta dormido, jijiji.
Despertarse, ducharse, desayunar bien y en maaaaaarcha.
La noche anterior mi prima y su marido nos informaron de que había llovido hasta un par de horas antes de nuestra llegada, y la verdad es que tuvimos una suerte del quince, porque no nos llovió hasta que nos fuimos.
E. solo había pedido una cosa, del resto se dejaría llevar adonde quisiéramos, y esa petición era ir a Hyde Park, donde hicieron un mítico concierto sus adorados Red Hot Chilli Pepers.
Así que decidimos empezar por allí nuestra ruta.
Un metro hasta Nothing Hill Gate, y un corto paseo hasta Kensington Gardens, donde está el palacio homónimo, y donde tratamos sin éxito de encontrar la estatua de Peter Pan (dichosa escultura, te encontraré la próxima vez que vaya).
A pesar de que preguntamos a un montón de gente, ninguno nos envió en la misma dirección, y por supuesto ninguno acertó, aunque finalmente la localizamos en el plano del parque pasamos de ir hasta allí.
Lo que sí vimos son ardillas que se acercan a comer de tu mano, son tan bonitas, y tan rápidas...
Salimos del parque, rodeamos el Royal Albert Hall, donde actúa todo aquel que es alguien. Vimos el Royal College of Art con tremendo aparcamiento de bicis.
Nos fijamos al ir de la Prince Consort Road a la Queen's Gate que en Londres, todo son Queens, Royals, Kings, Prince y tal.
Por cierto, me encantaron las calles londinenses, anchas, con edificios de pocas alturas, muchas con arboles.
Pasamos por el Museo de Historia Natural, donde vi la cola más larga de personas que jamás me encontré, todo niños con padres, doblaba dos veces por la acera, y ya se estaba empezando a formar la tercera vuelta.
Ah! y además se celebraba la London Fashion Week, con lo que había dos carpas en los jardines del museo llenas de fotógrafos, modelos, diseñadores...
En vista de ello, decidimos no entrar, y por lo tanto me quedé sin ver el gigantesco diplodocus que tienen... pero volveré!!!!!
También pasamos sin entrar por delante del Victoria & Albert Museum, callejeamos un rato, nos encontramos delante de Harrod's, por cierto que hay un Zara justo al lado, eso es categoría Amancio!! decidimos entrar y cotillear la tan famosa decoración, salimos y seguimos callejeando.
Buscamos y buscamos donde comprar pan para hacer unos bocatas y agua, y al final fuimos a comer a Hyde Park, en un banco, en plan turista pobre total, jejeje, pero estuvo genial, ves pasar a gente de todo tipo si te sientas un rato.
Fuimos a los aseos públicos a lavarnos las manos, y descubrimos que los grifos tienen agua caliente, lo cual está bastante bien en invierno.
Paseamos un rato por Hyde Park mientras E. nos contaba cosas del susodicho concierto.
Fuimos hasta Buckingham Palace pero no recuerdo si el estandarte real estaba izado. Allí E. cogió el teléfono y muy serio dijo "Sí, ya estamos aquí delante de tu casa, anda, manda a alguien que nos abra" o algo así dejando perpleja por unos instantes a una chica que estaba a nuestro lado.
Después de ver un rato a los guardias nos fuimos paseando pegados a St James Park hasta llegar a Westminster.
No pudimos entrar en la abadía porque llegamos cinco minutos antes de que cerrasen y además a la puerta de salida, con lo que otra razón más para volver.
Por cierto que me encantan los taxis londinenses, aunque evidentemente no cogimos ninguno.
Seguimos callejeando en busca de algunos edificios que como buenas frikiarquitectas, F. y yo habíamos marcado en el mapa.
Y en eso estábamos cuando nos pasó una de las cosas más surrealistas del viaje.
Nos paramos un poco para reorientarnos en la calle, y mientras F. ojeaba el plano yo echaba un vistazo a los edificios, mientras E. hacía lo propio. Yo vi de reojo a una señora sacando dinero de un cajero y mirándonos de reojo también, a nosotros, a un tío trajeado pero sin la chaqueta en la puerta de un comercio fumando.
En esto escucho a E. "Excuse me", "Excuse me", cada vez más alto mirando hacia la señora que se alejaba, "The money", "The money", "You forgot the money".
Entonces miro hacia el cajero, y allí, en la rendija de los billetes, un fajito multicolor, y al señor que fumaba mirándolo de reojo.
La señora al principio pasa de E. pero al final, al verme a mí señalando el cajero, se da la vuelta.
"Thank you", "Thank you", y se va con el dinero toda aliviada mientras el señor del cigarro nos mira con cara de pocos amigos.
En serio, se dejaba allí más de doscientas libras, y el cangrejo aquel no decía ni mú.
En nuestro caminar llegamos otra vez al río, al jardín que hay detrás de las Houses of Parliament, donde descansamos un rato, para luego volver hacia el Big Ben, que es impresionante, por cierto.
Aquí ya decidimos que tanto caminar se iba a acabar y pillamos un metro hasta el Barrio Chino (más que nada para ver la decoración ya que a los tres días era la celebración del Año Nuevo Chino) para tomar unas birras en un pub, todos llenísimos claro, porque era la hora de salida del trabajo.
Por fin encontramos uno, planeamos un poco el día siguiente, y nos volvimos en metro hasta King's Cross Station donde nos acordamos de Harry Potter y buscamos el Andén 9 y 3/4, que por cierto no se parece al de la peli, pero bueno.
Y nos volvimos al albergue, donde después de cenar algo tomamos unas medias pintas más con Estefano, ya que era la noche del karaoke.
Y fin del día de callejeo, el siguiente, día museístico.